martes, 31 de enero de 2017

Razones de peso

Filosón, en su faceta más trascendental y filosófica:

—¿Sabes que ha muerto Roberto
y no se sabe el motivo?
—Pues yo sí. No habría muerto
si no hubiera estado vivo.


lunes, 30 de enero de 2017

Arraigar o no arraigar

No siempre los que recalan en tierra que no es la suya se sienten desarraigados; a veces ocurre al contrario, como a Antonio Machado cuando habitó en Castilla o al protagonista de este alacrán de Chis:

Pasó tiempos tan felices
en esas tierras doradas
que Juan, más que echar raíces,
echó raíces cuadradas.


sábado, 28 de enero de 2017

Día festivo: Línea de nieve, un libro de Gabriel Insausti

Leí en estos días de enero (que hubiera querido nevados) un precioso libro de poesía: Línea de nieve (Pre-Textos, 2016), de Gabriel Insausti. Una de las primeras cosas que llaman la atención es la variedad y la originalidad que desborda. Alterna poemas estróficos con verso libre; poemas humorísticos con otros de intenso lirismo; poemas de la tierra con poemas universales; poemas culturales e históricos con otros de desoladora actualidad. A todo se atreve Insausti, como a todo lo que es hermoso y duele, según confiesa en la emotiva evocación de Quintiliano de Institutiones Oratoriae

Entre la variada amalgama de temas y actitudes, destacan algunos poemas ambientados en la tierra vasca, donde nos sobrecogen imágenes tan impresionantes como la de Et in Arcadia ego, al describir el macizo de Izarraitz como

[...] un martillo
de gemas que labrase por la noche
los astros.

De impecable factura formal son los poemas —no me gusta llamarlos sociales, pero bueno— en que Insausti despliega una fina ironía. Son los poemas más rompedores, más desconcertantes, escritos con un deliberado prosaísmo en el paradójico molde formal más estricto de todo el libro, con una rima consonante que, dicho sea de paso, contribuye de forma impagable a reforzar la ironía. Continuas alusiones históricas, culturales, palabras de otros idiomas, siglas... se conjugan para crear pequeños microcosmos cuasi narrativos. Para muestra, un botón de Amanecer en Wall Street:

Un mirlo, ante el Stock
Exchange, ha alzado el vuelo;
pensar un cielo ad hoc
—o, simplemente, un cielo—
es aquí destruirlo:
ahora, hombre o mujer,
uno, como ese mirlo,
finge su laisser faire 

hacia la fauna y flora
de balances, graffiti,
estrés... Siempre hay quien llora
—o ríe— en New York City [...]

O en su Carta a Ramutnxo, en que expresa una vaga declaración de fe en el hombre y en la modernidad:

Te deseo, pues, que este año
traiga, como un cuarto Rey Mago,
pan y piedad. Que en Nueva York,
aunque antipático y huraño,
veas en cada hombre el vago 
atisbo de un mundo mejor.
Que un amor marca Acme prenda
cuando se acabe la amistad.
Que conserve antorcha y agenda
la Estatua de la Libertad.

Por último, el intimismo se hace huecos en cada recodo del poemario y deja versos tan memorables como estos:

En la verdad del mundo ha de leerse
la mentira piadosa de un poema.

Hay poemas con vocación de inmortales, como el maravilloso Proyecto para locus amoenus; o la humanísima epístola de Bruto a Ovidio; el original Cinéma Vérité; con esa confusión entre cine y realidad; la optimista profesión de fe esbozada en Que no cuadre; el curiosísimo tratado sobre las uñas recogido en Anatomía elemental; y tantos otros cuyo gozoso descubrimiento dejo a la curiosidad del lector. Dice Insausti en su perspicaz libro de aforismos El hilo de la luz: «A quien ha dedicado su vida a la búsqueda de un tesoro lo peor que le puede ocurrir es encontrarlo». Quien encuentre esta Línea de nieve en su camino, que se sepa en el hallazgo de un tesoro, pero de esos tesoros que nunca se agotan. 


Para terminar, me permito trasladar aquí (más bien, fotografiar), este estupendo poema: 


viernes, 27 de enero de 2017

Maternidad

Las sobreobligaciones que la sociedad de hoy en día impone a la mujer (lo que otros llaman liberación) obligan a desgarros tan tremendos como este consignado todos los días por Viperio:

A su mamá detestó 
cuando ésta lo destetó.


jueves, 26 de enero de 2017

Ahorros tontos

Chis nos viene ahora con una paradoja no sé si absurda o infantil, pero a ver, habrá que dejarlo hablar de vez en cuando:

El niño ahorró desde enero
por comprarse un monedero,
y cuando lo hubo comprado,
ya no tenía dinero
que guardar. ¡Muy mal pensado!



miércoles, 25 de enero de 2017

Descanso divino

Chis, con cristiana devoción, quiere ser más papista que el Papa, al menos en ciertas cuestiones:

Si Dios mandó descansar
solo un día a la semana,
yo, con alma más cristiana,
siete quiero reposar.



martes, 24 de enero de 2017

Generosidades

¡Cuántas veces hemos perdido un objeto —casi siempre un libro— en el momento en que, una vez prestado a un amigo, este se lo prestaba a otro! Alacrante ha hallado un nombre para este género de generosidad: 

El que presta los enseres
que un amigo le ha prestado
debería ser llamado
generoso por poderes.


lunes, 23 de enero de 2017

Piropo

Influida quizá por el delicioso lirismo que desprendieron ayer los versos de José Zorrilla, Candidalgia vuelve a la palestra con miel en vez de veneno:

Te adoro con tal fervor
que, cuando vienes, mi amor,
con un clavel en el pelo,
he de decirte: —Mi cielo,
le sientas bien a esa flor.



domingo, 22 de enero de 2017

Día festivo: José Zorrilla

Mañana 23 de enero se cumplen 124 años de la muerte de uno de mis poetas: José Zorrilla. Vilipendiado, denostado y ninguneado por la crítica de hoy, Zorrilla es un inmenso poeta, que supo como pocos percibir la musicalidad del verso castellano. Imaginativo, colorido, sensual, exuberante, se le puede acusar de quedarse en el adorno, aunque este defecto, paradójicamente, se alaba en Rubén Darío como virtud. Ya lo dice el refrán: Más vale caer en gracia que ser gracioso. Truene lo que truene, Zorrilla será para mí uno de los grandes, siquiera por el mérito de haber sido en mi adolescencia uno de los faros que me atrajo hacia el maravilloso puerto de la literatura. Vaya, en su homenaje, este fragmento de su Don Juan, la réplica que hace doña Inés a los famosísimos (entre los de la LOGSE, no) requiebros de don Juan:

Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!, 
que no podré resistir 
mucho tiempo sin morir 
tan nunca sentido afán. 
¡Ah! Callad por compasión, 
que oyéndoos me parece 
que mi cerebro enloquece 
se arde mi corazón. 
¡Ah!, me habéis dado a beber 
un filtro infernal, sin duda, 
que a rendiros os ayuda 
la virtud de la mujer. 
Tal vez poseéis, don Juan, 
un misterioso amuleto 
que a vos me atrae en secreto 
como irresistible imán. 
Tal vez Satán puso en vos: 
su vista fascinadora, 
su palabra seductora, 
y el amor que negó a Dios. 
¡Y qué he de hacer ¡ay de mí! 
sino caer en vuestros brazos, 
si el corazón en pedazos 
me vais robando de aquí? 
No, don Juan, en poder mío 
resistirte no está ya: 
yo voy a ti como va 
sorbido al mar ese río. 
Tu presencia me enajena, 
tus palabras me alucinan, 
y tus ojos me fascinan, 
y tu aliento me envenena. 
¡Don Juan! ¡Don Juan!, yo lo imploro 
de tu hidalga compasión: 
o arráncame el corazón, 
o ámame porque te adoro. 


viernes, 20 de enero de 2017

EL POETA EXTREMISTA

Alacrón se estira y nos trae una fábula que predica sobre el peligro del extremismo, aun en la propia poesía:

EL POETA EXTREMISTA

Un poeta disidente
de reglas y convenciones
decidió ser consecuente
con su doctrina insurgente
hasta en ripios y coplones.
Él, que luchaba en las bases
de la actividad obrera,
y propugnaba con frases
de Karl Marx que se aboliera
la diferencia de clases,
interpretó que esa histórica
desigualdad categórica
superaba la política,
y aplicó también su crítica
al campo de la retórica.
«La poesía es muy reacia
―decía― a olvidar la higiene
y a acoger con democracia
mil palabras que ella aún tiene
por bajunas. Verbigracia,
¿por qué nunca se compara
la suavidad de una cara
con un hueso de ternera,
o una rubia cabellera
con una yema sin clara,
o una uña con un percebe,
o un talle con una raspa,
o una oreja con un nueve,
o un rostro, en vez de con nieve,
con campos de blanca caspa?
Igualar: ésa es la meta,
librar del lastre que agobia
la poesía y la sujeta».
Esto opinaba el poeta,
y un día, al ver a su novia,
bien henchido de egoísmo,
o bien ahíto de güisqui,
le dedicó un catecismo
en virtud de ese anarquismo
que igualaba a todo quisqui:
Tu carne de rojo orín
se fecunda con las lluvias
del amarillo serrín
de tu pelo y de tus rubias
pestañas de puerco espín.
Con tus mejillas engañas
a un fabricante de talco,
y hacia el sur de tus pestañas
tus pupilas son un calco
del color de tus legañas.
Tus dientes forman un techo
de escayola, y en el foso
marino en tus labios hecho,
tu lengua imita el carnoso
pie ventral de un berberecho.
Y si la suerte me diera
las llaves de tu desván,
¡con qué placer me comiera
los dos platitos de flan
que tiemblan en tu pechera!
Tras leer su lapidaria
pirotecnia, el joven paria
apostató de su estilo
cuando su flor sin pistilo,
mirándolo reaccionaria
le atizó sin miramiento
un mamporro en la colleja
que sirvió, sin más aumento,
a su novio de escarmiento
y al cuento de moraleja.



jueves, 19 de enero de 2017

Una redondilla

Chis pone hoy un ejemplo de metapoesía, que en este caso podría llamarse metamétrica:

Rematando esta estrofilla 
con un verso bien medido,
confieso que me ha salido
cuadrada la redondilla.



miércoles, 18 de enero de 2017

Poesía

Viperio, a quien hacía tiempo que no se le veía por aquí, nos sorprende con una definición de la poesía en que hace cierto el castellanísimo refrán de que cada cual arrima el ascua a su sardina:

La poesía es un veneno
que acumula el corazón,
y cada vez que está lleno,
lo clava con su aguijón.


martes, 17 de enero de 2017

Morir, vivir

Filosón, en el súmmum de la trascendencia:

Morí, muero, moriré.
¿Serán posibles los tres?
Moriré será el futuro.
Muero será un solo instante.
Y morí solo es seguro
si me esperan por delante
Antes, Durante y Después.
Morí, muero, moriré.
¿Serán posibles los tres?

lunes, 16 de enero de 2017

El hombre, un ser lleno de contradicciones que aceptamos como naturales. Podemos ser lo más vegetarianos que queramos, pero debemos complementar con proteínas sintéticas; podemos defender los bosques, pero queremos muebles de maderas nobles; podemos ir contra las petrolíferas, pero renovamos nuestros móviles, televisores y ordenadores llenos de plásticos cada pocos meses. Somos pura paradoja.  Me gusta este alacrán de Ponzoñón:

Los que van a respirar
aire puro a la aspereza
con su buen auricular
quieren ver naturaleza
sin tenerla que escuchar.


sábado, 14 de enero de 2017

Día festivo: Otras canciones, de José Mateos


Emoción desnuda, sin confites ni adornos. Tal es la expresión más apta para definir este indefinible libro del jerezano José Mateos, Otras canciones (Pre-textos, 2016). Poesía tan desnuda que sin cuerpo viene, poesía que reduce su concepto a puro vagido espiritual. El poeta declara en el prólogo que ha querido hacer poemas casi invisibles, como las vagas y borrosas acuarelas que él mismo pinta. Poemas invisibles tanto por su longitud como por la materia incorpórea e intangible en que se adentran.

Todo lo que sé 
lo sé a tientas.

Así murmura En alta noche. José no se atreve a nombrar, no se atreve a decir, fiel a la apremiante súplica de Juan Ramón, “no le toques ya más, / que así es la rosa”. Bastante deshojar es ya la palabra; así lo entiende José Mateos, que a fuerza de pasar de puntillas por lo invisible, ha conseguido forjar unos versos ingrávidos, que apenas son pronunciados estallan como pompas de jabón. Podría tentarnos en la boca la palabra nihilismo al calificar versos como estos:

No saber nada, 
saber
que no hay nada que saber.

Pero es un espejismo, pues esta ignorancia —gozosa y deliberada— es un dejarse sorprender por el misterio, por ese entresijo entre vida y muerte al que José Mateos trata continuamente de asomarse. Lo hace confiando a la poesía el cometido de sondar lo insondable. Pocos poetas tienen en tan alto concepto la labor poética, mediante la cual

Dios puede todavia
seguir creando el mundo.

Y eso hacen los poemas de la sección Apuntes del natural, esbozos más interiores que pictóricos de un paisaje sencillo y rural en que el hinojo, el girasol, el vilano y el cernícalo reflejan los vacíos y aspiraciones del poeta, con remates tan sobrecogedores como el del poema Fuego, en que tras pincelar en un manojo de palabras el cariño posesivo y destructor de la llama, concluye:

Qué mal sabes querer.

Ceniza es tu otro nombre.

Tras un Paseo por el Museo del Prado, con poemas tan etéreos, tan descalzos, tan mágicos como el titulado Murillo, José Mateos se adentra en los terrenos de Aquí y más allá, donde los versos tantean el movedizo territorio del sueño, el recuerdo y la muerte. Esta comunicación entre el mundo y Lo Que No Sabemos arranca de su pluma los poemas quizá más inspirados del libro, entre los que me cuesta espigar el grano más sazonado, más generoso. Me quedo con definiciones como esta de la música, que es:

una huida 
de uno mismo, como el viento.

Supongo que en mi decantarme por esta última sección del libro interviene no poco mi propia afición al crepúsculo, mi enferma afinidad por la entresombra, por esa frágil linde entre el mundo y su pálido reflejo, que somos nosotros. Pocos versos escarban tanto en el misterio y en la maravilla como estos de Atardecer:

 Sol de la tarde,
¿nunca sabré a qué vienes?

¿A librar a los árboles 
del peso de sus sombras
de las que tiras todo lo que puedes?

¿O a sumirlas en una
sola sombra
lentamente?

Poemario etéreo, movedizo como el terreno arcilloso del duermevela y, sin embargo, luminoso y esclarecedor. Su extrema concisión hace que sienta estas palabras mías como una estridencia vocinglera y profanadora. Por eso, callo. Dejo la voz a la poesía, y transcribo completa una de las llagas más hermosas de este libro de heridas, una de esas llagas que nunca cicatrizan:

PARGA

                      Para Condi Merayo

Estos atardeceres
por los campos de Parga 
Señor:
las carballeiras,
la luz enamorada,
los ribazos,
                  los montes,
                                     los caminos...

Señor, tú me vacías
gota a gota
                  los ojos,
palabra
            tras palabra.

Señor,
cuando me muera
apenas
morirá nada.

viernes, 13 de enero de 2017

Alcanzar un sueño

Filosón es un desengañado; cuesta tanto luchar por nuestras aspiraciones que, a veces, uno se deja la piel en ello:

Cuando llegué a mi sueño,
pude leer:
«Entradas agotadas». 
Y yo también.


jueves, 12 de enero de 2017

Peluches

Pocas cosas hay tan tiernas y entrañables como un niño abrazado a su peluche; y si el niño está durmiendito, apaga y vámonos: la ternura se hace devastadora. El único alacrán que sucumbe a tanta lindura es Candidalgia:

Peluches infantiles,
siempre mullidos
para que el corazón
caiga en blandito.



miércoles, 11 de enero de 2017

¿A quién quieres más?

Alguien muy lúcido dijo que vivimos en la época de las notificaciones: múltiples avisos interrumpen nuestra tarea para avisarnos de un correo, de un Whatsapp, de un me gusta, de una alarma, de un cumpleaños, de tal manera que nos ocupamos de todo menos de lo que tenemos delante, como ejemplifica Ponzoñón con este alacrán:

¡Oh, móvil, eres mi estrella!
Cuando con amigos vivo,
le escribo a mi novia bella;         
y cuando salgo con ella,
a ellos es a quien escribo.



martes, 10 de enero de 2017

Inteligencia humana

Ponzoñón, siempre tan escéptico ante el hombre:

Cuando los griegos decían
que nuestro mundo era plano,
creo que se referían
al entendimiento humano.




domingo, 8 de enero de 2017

EL ESCARABAJO Y EL ESCARARRIBA

Vuelven los alumnos a sus pupitres y los alacranes a sus picaduras. Algunos tienden a ver este nueve de enero como el fatídico comienzo de la rutina; otros lo ven como la gozosa renovación de las cosas, la ocasión de poner por obra los propósitos fallidos del pasado año. Para esta doble visión, Alacrón nos propone esta fabulita escrita del derecho y del revés:

EL ESCARABAJO Y EL ESCARARRIBA

I
El cielo para un loco es, cara arriba,
el barro. Para un simple escarabajo,
la misma imagen es sin gran trabajo,
a una luz más o menos positiva.
Un cielo con el sol a la deriva
se quedó contemplando con gran cuajo
el bicho susodicho en el rebajo
en el que volteó. Ya panza arriba,
topó con un reborde más subido
hasta que, incorporado por entero,
con su entrante ―o saliente― preferido,
que es su albóndiga de heces de ternero,
volvió a ser lo que siempre había sido:
un vil escarabajo pelotero.

    II
Un vil escarabajo pelotero
volvió a ser lo que siempre había sido,
que es su albóndiga de heces de ternero
con su entrante o saliente preferido,
hasta que, incorporado por entero,
topó con un reborde más subido
en el que volteó. Ya panza arriba,
el bicho susodicho en el rebajo
se quedó contemplando con gran cuajo
un cielo con el sol a la deriva.
A una luz más o menos positiva,
la misma imagen es, sin gran trabajo,
el barro para un vil escarabajo,

el cielo para un loco escararriba.