Tras pasar unos días en mi ciudad natal, Candidalgia realiza una reflexión sobre la fortuna que ha acompañado a esta ciudad del sur desde que los fenicios pusieron pie en sus arenas vírgenes hasta la espectacular (y a veces dolorosa) eclosión de los últimos cien años:
Aunque Málaga da al mar,
es el mar el que da a Málaga,
y es la ciudad quien le quita
lo que el mar lleva en sus aguas.