Alacráneo nos trae, más que una historia macabra, una anécdota edificante, cuyo protagonista rebosa una estoica sensatez difícil de encontrar entre los ricos:
A un sensato millonario
preguntaron si en el día
de su muerte, no tendría
su panteón funerario.
Y el hombre dijo: —Al contrario.
¿A qué voy a construir
un panteón de visir
y una tumba tan señera
si, por más que luego quiera,
no me podré rebullir?
Yo diría que es una anécdota macabra.
ResponderEliminarLo macabro y lo edificante hacen muy buena pareja.
EliminarMejor se lo gaste todo en vida.
ResponderEliminarPara eso está el dinero: para los vivos.
Eliminar