viernes, 14 de abril de 2017

Esto no es un alacrán

Efectivamente, lo de hoy no es alacrán ni envenena. Es Viernes Santo, y aunque el silencio es lo más adecuado, hoy quiero no callar y expresar a Cristo crucificado la muda sorpresa y el impotente sobrecogimiento que provoca el verlo clavado en una cruz y escarnecido:

¡Que se te cae el amor, Señor, cuidado!
¡Que se te cae el amor y no me cabe!
¡Que se te va y mi corazón no sabe
qué se hace con un Dios enamorado!

¿Yo qué hago con la sangre que me has dado?
¿Qué haré cuando el aliento se te acabe
si no lo sé aspirar, de tan suave,
ni apenas contener, de tan cansado?

Si cae tu corazón, ¿dónde se guarda?
¿Cómo se cierra tu costado abierto?
¿Qué hacer cuando tu luz ya no nos arda?

Que si te vas, que si tu adiós es cierto,
que si me quedó aquí... Señor, aguarda.
¿Yo qué hago con un Dios que se me ha muerto?


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