miércoles, 28 de junio de 2017

Fábula de Telesto y Saturno

Alacrón vuelve a las andadas con una fábula astronómica y surrealista:

Telesto es un satélite minúsculo
que corteja a Saturno. Un telescopio
capaz sólo lo ve como un corpúsculo
rondando el astro con trayecto propio.
Pues bien, se dio una vez la circunstancia
de que el satélite, en un raro encuadre,
se alineó en tal punto, a tal distancia
y a tal altura de su inmenso padre
que desde nuestra Tierra se veía
Telesto en el perfil y los filillos
de la fantástica bisutería
que tiene su planeta por anillos.
Fue visto este fenómeno nocturno
por un astrónomo, y pensó, al ver esto,
que el borde de un anillo de Saturno
era un monte elevado de Telesto.
Y tan altísimo que, más que un bolo,
Telesto parecía un dardo bruno
que se alargaba desde polo a polo
dispuesto a dispararse hacia Neptuno.
Ante un hallazgo de tan gran valía,
la ciencia se hizo lenguas del diverso
relieve y la indudable hegemonía
de aquel otro Everest del Universo.
Supo el satélite que el ser humano
consideraba esa ilusión o treta
del ojo el mirador más soberano
hallado en ningún astro ni planeta.
Sabiendo un espejismo su collado,
oyó no obstante aquel humano arrullo
y, en lo más hondo de su núcleo inflado,
no pudo menos de sentir orgullo.
¡Cósmica vanidad! Tenemos miras
tan fatuas que, cuando metemos ruido,
somos capaces de admitir mentiras
con tal que nos regalen el oído.




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