martes, 20 de junio de 2017

La arroba, segunda parte

Abundando en la misma pulla de ayer, Viperio vuelve a arremeter contra la arroba sonetilmente, en respuesta a quienes argumentan que oponerse a la modernidad (si así puede llamarse a lo políticamente correcto) es de rancios:

¡Oh docto caballero, no le subas
arrobas al lenguaje, que lo agachas!
¿Qué entiende él de machos ni de machas
ni de los nuevos piensos que le incubas?

¿Habremos de embriagarnos como cubas
y, en fe del nuevo idioma que remachas,
enterrar ya las haches y las hachas,
pisar también las uves y las uvas?

La arroba no me arroba —lo confieso—,
desde que un Cid la convirtió por vieja
de medida en vocal y perdió peso.

Y a riesgo de volverme negra oveja,
la lengua es como un buen jerez. Por eso,
yo no la llamo rancia, sino añeja.


6 comentarios:

  1. Hay gente que tiene arrobas de tonterías encima, jajaja.
    Salu2.

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    1. Será para contrarrestar el mucho aire que tienen en la cabeza.

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  2. Arrobas de sabiduría y gracia. Saludos

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    1. Pero no se puede contra tantos quintales de palabrería y cerrazón.

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  3. La arroba sólo hay que usarla como unidad de medida.

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