jueves, 3 de marzo de 2016

La mujer y la báscula

Alacrón nos deleita hoy con una ponzoñosa degustación con moraleja:

Una mujer se pesaba
en una báscula eléctrica
y vio con sorpresa amarga
que pesaba más de ochenta.
«¡Imposible! ―exclamó atónita―.
Esta báscula chochea.
Voy a pesarme otra vez,
a ver si ahora me acierta».
Probó a hacerlo, y el cacharro
persistió en la misma cuenta.
Volvió a pesarse de nuevo…
«Nada, nada ―dijo incrédula―,
debe de estar averiada».
Y se pesó hasta trescientas
veces, hasta que la máquina,
con las pilas casi muertas,
proclamó por fin: «Su peso
es de menos de cincuenta».
Y ella le dijo triunfante:
«¡Al fin diste con la tecla!».
Con la obstinación humana,
hasta las máquinas cejan.

6 comentarios:

  1. Yo pondría también la palabra hombre. Hoy en día también los hombres nos preocupamos mucho por el cuerpo y el peso se llega a convertir en una obsesión de muchos.

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    1. Cierto, yo me preocupo tanto que no me atrevo ni a pesarme.

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  2. ¡No hay nada como la constancia!
    Yo me bajo de la báscula cuando el peso empieza a no gustarme...

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    1. Yo, lo que he dicho antes: le tengo tanto respeto a la báscula que prefiero no mancillarla con mis pies.

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  3. ¿La muner y la báscula? Me vas a permitir que por este tema pase "de puntillas" (a ver si así peso algo menos )

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    1. ¡Ja, ja! Ojalá pudiéramos pasar por él en volandas.

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