jueves, 27 de octubre de 2016

EL COLIBRÍ AVISPADO

Hoy va de fábula. Nos la trae Alacrón, con su absurda moraleja de siempre:

A un colibrí que libaba
entremeses de jazmín
una avispa muy zumbona
zumbando le dijo así:
«¡Qué poco aprovechas ese
pico de pitiminí
picando siempre en la rosa,
el clavel y el alhelí!
¿Por qué no usarlo de daga
y tus plumas de tahalí?».
Suspenso en mente y en aire
el pájaro benjamín,
consideró que podía
convertirse en un alfil.
Limpió su pico de polen
y salió de su pensil
a fastidiar a las vacas
con punzante frenesí.
A la primera que vio
le hincó su aguijón sutil
en las ancas. Dando un brinco
y un mugido en do re mi,
la vaca volvió la testa
y vio una mancha carmín
entre el negro mosquerío
congregado en su confín.
Pese a pensar que era un lindo
joyerito de rubí
enviado por un toro,
mataselló al colibrí
de un coletazo y siguió
con su almuerzo pastoril.
El pajarillo avispado,
hecho ficha de parchís,
se desavispó escaldado
y devolvió a su jardín
su figura, que ya sólo
se veía de perfil.
Es el trato que dispensan
a lo bello, a lo gentil
los que no distinguen una
Gioconda de un calcetín.


4 comentarios:

  1. No es para nada una absurda moraleja. Yo la veo muy apropiada.
    Por cierto, magnífica fábula.

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  2. Como dicen por ahí, no están hechas las margaritas para los cerdos.

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    1. Ni la miel para la boca del asno, ni los colibríes para las vacas.

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