No lo adiviné yo. Me lo sopló Filosón, el más sabio de mis bichos. El alacrán de ayer no estaba en español. ¡Estaba en latín! Viperio quiso demostrar con él que el latín no es una lengua muerta, sino vivita y coleando. Yo jamás había reparado en lo parecidísimos que son el latín y el español, pero este alacrán lo demuestra, idéntico al latín en el sonido, casi idéntico en la ortografía:
Si cantas rosas divinas
cultivando leves tramas,
considera tú si amas
tantas flores peregrinas.
Me transportas, me fascinas:
libas glorias infinitas.
Si tantos campos habitas,
ara, crea varias partes
cultivando malas artes
cuando cantes margaritas.