Una linda penitente,
puesta en místico secuestro,
susurraba el padrenuestro
con las manos en la frente.
Lo rezaba lentamente,
y al decir con voz discreta
danos nuestro pan, inquieta
se paró y dijo tal cual:
—Pero dánoslo integral,
porque ahora estoy a dieta.
No hay dietas milagro (nunca mejor dicho). Hay que acompañarlas con abundante ejercicio y mucha, pero que mucha voluntad...
ResponderEliminarSi, esa voluntad que falta la mayoría de las veces.
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