Acabando el año, Viperio se acuerda de quienes ya no están, pero como mi alacrán es tan lingüístico, a quienes rememora es a las letras del alfabeto que la RAE condenó al sueño de los justos. Vaya esta corona fúnebre por la che, enterrada hoy bajo el suelo de la ce:
Yo fui la che, una letra en entredicho.
Nací rechoncha y, cuando fui muchacha,
el mundo entero reparó en mi facha
siamesa y fui mirada como un bicho.
No fue un dictamen sabio, fue el capricho
de un grupo de académicos sin tacha
el que aplicó sin compasión el hacha
al lazo que hoy veis roto en este nicho.
Al cuarto puesto le infligió una brecha
la misma mano bárbara y apache
que acecha al español, lo achucha y echa.
En el abecechario habrá ya un bache
y una historia de amor rota y deshecha.
¡Adiós, oh idilio de la ce y la hache!