El amor platónico postula una idealización de la amada consistente en divinizar hasta lo sublime cualquier virtud hallada en ella. Así lo hace el amante reflejado por Chis en el siguiente alacrán, dedicado no a una ninfa de nombre Amarilis ni Lesbia ni Lisis, sino Antonia:
Se sentó sin ver Antonia
que aplastaba la perilla
de un frasquito que en la silla
habían puesto de colonia.
En la misma ceremonia
sonó el vaporizador,
y su novio, al buen olor,
exclamó: ―¡Y hay quien no cree
que mi novia hasta se pee
con cuescos de Christian Dior!
jajaja un alacrán muy oloroso el de hoy....
ResponderEliminar¡Oloroso se parece tanto a horroroso...!
Eliminar¡Eso sí que es amor,y lo demás tonterías! Lo malo es cuando a su Antonia se le escape un vientecillo con olor a otra "colonia", jajajaja
ResponderEliminarEl amor que le profesa le hará considerar su peste deliciosa.
EliminarNo estoy segura de que se pueda amar tanto a alguien,jijiji
EliminarCierto: el amor será ciego, pero no carece de olfato.
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