Alacrón se tomó ayer su último helado en este otoño con complejo de verano. Luego se pesó y se llevó el aguijón a la cara (con cuidado de no picarse). Esta es la resolución que ha tomado esta mañana al despertar:
Hoy toca ponerse
a dieta sin falta.
Se van los helados,
llegan las heladas
y mi cuerpo ha hecho
provisión de grasas.
Con cifras orondas,
me acusa la báscula,
y a todas mis prendas
les faltan tres tallas.
Lo dicen mis carnes,
mis mollas neumáticas:
me sobran diez kilos...
¡Ay! ¿Quién me los cambia?
Rebusco entre libros
y encuentro en sus páginas
mil dietas-milagro,
a cual más extraña:
la Dieta del Hambre,
que es no comer nada,
y pierdes seis kilos
en una semana.
La Dieta del Euro
(la más practicada),
que es no gastar nunca
lo que no se gana.
Encuentro otra dieta,
si cabe, más drástica:
es la Dieta Mérkel...
Mejor ni tocarla.
En fin, que hay mil dietas
y mil y una trampas.
No obstante, la dieta
de más eficacia
es la de las Clases,
que es ir de aula en aula
diciendo lecciones
a salto de mata,
subir escaleras
y luego bajarlas,
domar cien alumnos
de cada tacada,
ganar cuatro gordas,
que hoy son cuatro flacas.
Si algún insidioso
de lengua afilada
critica maestros
y no pierde grasas,
que siga esta dieta:
verá si adelgaza.
Enhorabuena....Buenísimo.....Te superas cada día más ....Te doy un aplauso....
ResponderEliminarNo me alabes tanto, que me pongo gordo y me salto la dieta.
EliminarMe encantan las dietas, todos los días empiezo una.
ResponderEliminar¡Eso es constancia y lo demás, pamplinas!
Eliminar¡Qué aguijón tan envenenado el de hoy! Me ha encantado,es genial, ¡pero me da una penaaa!
ResponderEliminarQue no te dé, mujer.
Eliminar