Hoy mis alacranes envainan sus aguijones para significar su luto por un hombre muerto para la música, para el arte. David Bowie, el Hombre de la Estrellas, el Polvo Estelar, el Héroe de la audacia musical, se fue dejando una estela de belleza en sus canciones. Hace años dediqué un poema a los sentimientos que me inspiraba su música, que rezuma misterio y originalidad como pocas en la música pop, rock o como quiera llamarse. No son buenos versos, porque no están a la altura de su música, pero no podía dejar pasar este día sin rendir mi tributo a Robert David Jones. Muchas gracias, Starman.
DAVID BOWIE
Llueve la música. El silencio acecha
detrás de cada arpegio y cada nota.
¡Qué hipnótica aleación de brillo y bruma!
¿Lo mismo sentiría el primer hombre
que vio la aurora boreal a solas?
Hay alguien que me empuja al iglú en llamas
donde firmamos nuestro exilio eterno,
y una vez suelto el iceberg, comienza
el dulce contrabando entre el cerebro
y el corazón. ¿A qué sabrá el veneno?
¿Qué afrodisiaco contendrá la muerte?
¿Habrá hombres que mueran de belleza?
Yo sólo sé que sobre el blanco magma
la música planea como un buitre
dispuesto a hundir sus zarpas en el alma.