Alacrón nos revela hoy el verdadero origen de la expresión eres más feo que Picio:
HISTORIA DE PICIO
Eres más feo que Picio,
proclamamos cuando alguno
sobrepasa con su rostro
las fronteras del buen gusto.
Y es que ese nombre de pila
(o de palo, que es más duro)
es la pura antonomasia
de los feos de este mundo.
Pero el porqué de que a Picio
se le asigne ese atributo
es muy otro del que acaso
supondrá el sesudo público.
En realidad Picio fue
un guapo mozo, algo rudo
por ser de pueblo, pero alto,
fornido, de recios músculos,
de tez clara, ojos azules,
bella risa y pelo rubio.
Su mayor encanto eran
las pupilas, con un punto
de bizquera que lo hacía
atractivo en grado sumo.
Y era simpático, amable,
trabajador, franco, pulcro,
el sueño, en fin, de las mozas
en sus proyectos nocturnos,
y la envidia más cochina
de los zagales ayunos.
Dada la inquina hacia Picio
que profesaban los últimos,
se volcaron como hienas
en detectar algún bulto,
verruga, chirlo, lunar,
soriasis, cana o forúnculo
que le afease el semblante,
hasta que un rapaz agudo,
subvirtiendo la salada
gracia de sus ojos juntos,
sentenció: «Tiene los ojos
uno en León y otro en Burgos».
El pueblo entero aplaudió
la verbigracia del chusco
y la dio por verdadera.
Desde entonces, ese bulo
fue vox populi, y los ojos
azules del bello rústico
fueron sólo cojitrancos
en aquellos labios burdos.
Los enemigos de Picio
propalaron el infundio
hasta sacarlo de Picio,
que es decir del pueblo suyo.
Las aldeas convecinas
le sacaron tanto jugo
que dejaron aquel nombre
convertido en un insulto.
Y tres cuartos de lo mismo
le pasó al primo segundo
de Picio, Abundio de nombre,
que siendo sagaz y culto,
acabó con el motete
de eres más tonto que Abundio
pitándole en los oídos
como una murga de estúpidos.
Y así hasta el día de hoy
perviven sus nombres, sucios
de mala reputación
y odio corpore insepulto.
Dirán que son las mentiras
paticortas, no lo dudo,
mas lo que son las calumnias,
las calumnias van en turbo.