Siento este julius interruptus, pero la bofetada de las vacaciones me ha dejado grogui. Os informo de que durante el verano mitigaré la frecuencia de mis aguijones, y que los reduciré a los días festivos (esto es, a los findes líricos) y a algún que otro picotazo. Y aprovecho para consignar aquí mi agotamiento alacranero: 884 picotazos son muchos picotazos para un solo dueño; a estas alturas se me hace incluso difícil llegar a mil, que tiene ese prestigio tonto de las cifras redondas. El aguijón de hoy (un aguijón de archivo) pertenece a la camada de Videojugarse la vida; está dedicado a los bancos, con quien tuve ayer lo que podríamos llamar cierta fricción:
Soy un banco, no de peces
ni de culos. Quien me vio(t)
no olvidará mientras viva
mi autorretrato robó(t):
Muchos no me llaman banco,
sino barco, porque voy
atracando en todas partes
sin ninguna detención.
Debo mi rumbo a pequeñas
cartas de navegación
(por otro nombre cartillas)
que me otorgan gran valor;
y sigo cuantas corrientes
se me ofrezcan al arpón
con los fondos más seguros
para hacer una inmersión.
Empuja el viento la nave;
yo anoto ceros en pos
mientras el euro y el noto
soplen siempre a mi favor.
Entre los peces que pesco,
el róbalo es el mejor:
desecho los alevines
y me guardo el gordinflón.
Luego lo vendo en las lonjas
con trozos de embarcación:
en Dacca vendo el más caro,
y allá en Quito el mascarón.
Algunos, por mis engaños,
me llaman sólo timón;
otros me llaman trinquete
por mis manos de ladrón;
y hay quien, por mi envergadura
y por ser tan comilón,
llama a mi nave ballena:
va llena de comisión.
Los que van a bordo dicen
que qué van a hacer si no,
y que de todos los mares
prefieren el Mar Menor.
Los que queráis embarcaros
y subir al espolón
de mis zarpas, zarparemos
desde el puerto de Bangkok.
Son geniales. Ánimo que tienes que llegar a los 1.000. Buenas vacaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias, José. Se hará lo que se pueda.
EliminarMalditos banqueros.
ResponderEliminarY el dinero que los (nos) pervierte.
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