«¿Por qué me dejaste triste y solo in hac lacrimarum valle?». Así remata Pleberio la magistral obra de la Celestina. Hoy en día prima un sentimiento más optimista para la vida, pero todo es cuestión de perspectivas. De la vida se ha disfrutado tanto en el siglo XV como en el XXI. Pero como hoy no existe la trascendencia, se tiende desesperadamente a cifrar en esta vida todo lo bueno, todo lo feliz, todo lo inmejorable. Sin embargo, se mata igual (o más) que antes y de maneras quizá más absurdas e imaginativas; se sigue muriendo; la enfermedad sigue haciendo estragos; la deslealtad, la soledad, la tristeza continúan parasitándonos. Así que lo más sensato no es negar la evidencia (que este valle sigue siendo de lágrimas), sino buscar remedios o asideros. Candidalgia nos aconseja el suyo:
A quien diga que este suelo
es de lágrimas un valle,
no le digo que se calle:
le hago en verso este pañuelo.
Tienes toda la razón del mundo.
ResponderEliminarTengo toda la razón de este valle de lágrimas.
EliminarLa Cocacola y Facebook nos hace eternamente felices...No hay dolor. Saludos.
ResponderEliminarUna buena tarifa de teléfono móvil sí que nos hace felices.
EliminarUn valle largo, con lágrimas y alegrías, con penas y alegrías, con dolores y alegrías...
ResponderEliminarLa alegría por encima de todo.
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