martes, 9 de enero de 2018

Confesión de un notario

Alacrante, que es un chismoso, se valió de su tamaño minúsculo para colarse en un confesonario mientras un escribano confesaba sus faltas y pecados a un cura:

Confieso que soy notario, 
Padre, cincuenta años ha. 
Multiplique usted por eso 
mis pecados y verá.

Al revés que los poetas, 
mi pluma puede afirmar
que vivo de la escritura 
y soy rico como un zar.

Mas también confieso, Padre, 
que me dedico a plagiar, 
porque firmo lo que otros 
me presentan y ya está.

Y nado tanto entre Notas
que en vez de fe, ya doy fa, 
y claro, Padre, me pasa 
que apostato sin parar.

De hecho, por ser tan melómano, 
busco siempre con afán 
que sea cantante y sonante 
toda gestión notarial.

Y ahí, ahí se ve, Padre, 
dónde suelo tropezar: 
mi pecado más frecuente 
es sin duda el capital.

¿Qué haré, Padre? ¿Cómo puedo 
ganarme la eternidad? 
¿Yo, que a todos doy Poderes, 
no me podré a mí salvar?

Éstas son todas mis culpas... 
Pero bórrelas y en paz, 
porque si yo no doy fe 
la que da Dios no valdrá.



3 comentarios:

  1. Es genial. Me encanta. Doy fe de ello...jejeje.

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