Pocos poetas han expresado el amor con la vehemencia y el ardor de Francisco de Quevedo, que consagró a una mujer oculta bajo el nombre de Lisi lo mejor de su alma. Candidalgia afirma haber hallado en los archivos de Villanueva de los Infantes el único soneto que la misteriosa Lisi envió en respuesta a las alabanzas de su sufridor y desazonado amante, que escondía la llama de su pasión amorosa bajo la cáscara de una poesía festiva y chocarrera que nos ocultan al mejor Quevedo, el de la pasión erótica y el desengaño metafísico:
Se me antojan tus versos una mueca
de hastío a los disfraces de los necios,
nueve parcas que hilasen menosprecios
midiendo desengaños con su rueca.
Tú me mostraste una alegría hueca,
mentiste al esconderme tus aprecios
bajo el engaño de unos versos recios,
tras la ilusión de una ilusión ya seca.
Si me hubieses mostrado tu alma presa
de mí, tu viento esclavo de mi espuma,
hubiera entrado a tu galerna en calma
y hubiera descubierto con sorpresa
la risa de Demócrito en tu pluma,
las lágrimas de Heráclito en tu alma.
Quevedo, un grande de nuestra literatura. Deberían dedicarle más tiempo en el colegio.
ResponderEliminar¡Hay tantas cosas que đeberían darse y se pasan por alto...!
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