¡Pobres griegos! Lo digo de corazón, pese a que no estén exentos de culpa. Al país creador de Europa, inventor de Occidente, padre genético del mundo actual, dedica Alacrón un alacranazo:
¡De cuánta inteligencia estuvo lleno,
de cuánto precursor meditabundo,
de cuánta fantasía el mundo heleno,
cimiento de Occidente y aun del mundo!
En Matemáticas estuvo Tales,
quien enunció un teorema tan discreto,
tan cierto, tan señero que otros tales
no se han hecho después del de Mileto.
Trazó Estrabón sus mapas sin sonrojo,
pionero en dicha especie de turismo.
Pero se nota que los hizo a ojo;
por eso, de Estrabón viene estrabismo.
Un baño brindó a Arquímedes la pista
de las coronas de Hierón hierático.
Primer gran físico y primer nudista,
el típico científico lunático.
El arte de narrar con fundamento
traza hacia la verdad su trayectoria:
porque si Esopo tiene mucho cuento,
la obra de Herodoto ya es historia.
A Homero llaman padre los poetas
en cuatro mil idiomas diferentes.
¿Cuántas amantes cultivó secretas
para tal prole y tantos descendientes?
Platón, el gran filósofo platónico,
dejó, siglos después de sus exequias,
un gran legado al Occidente agónico:
el arte de creer en entelequias.
En Delfos, el oráculo de Apolo
fue padre de una estirpe de farsantes
que, expertos en teatro y protocolo,
lo de después lo adivinaban antes.
Hipócrates fundó la cirugía
y destacó ante reyes y tiranos
por ese juramento que hoy en día
no cumple ni un maldito matasanos.
Midió Eratóstenes el mundo a tiento,
Pitágoras las notas musicales,
Apeles pintó mucho en su momento
y Esquilo esquiló muertes muy teatrales.
La ley tuvo en Licurgo a su devoto,
Demóstenes barrió con su oratoria,
Hiparco a las estrellas puso coto
y el mármol dio a Praxíteles la gloria.
Ésa es la causa de tu ruina, ¡oh Grecia!
¿Tanta lumbrera que brilló en su día
y no hubo alguna lo bastante necia
que os diese una lección de Economía?