Siempre han dicho que el mucho hablar va en proporción inversa a la sesera, y viceversa. Ponzoñón se pregunta por la verdad de ese mito:
El que no abre nunca el labio
para hablar ante la gente,
¿es que calla por muy sabio
o por poco inteligente?
O por rancio y asqueroso....
ResponderEliminarO por patológicamente tímido.
EliminarQuien mucho habla mucho hierra...
ResponderEliminarY quien mucho calla, mucho esconde.
EliminarNo necesariamente. Disiento.
EliminarA veces calla uno porque no tiene los conocimientos necesarios para sostener una dialéctica (el sabio), a veces porque no le interesan los asuntos que se tratan (una conversación sobre lo que ha puteado o dejado de putear el maromo de turno del programa de turno). A veces porque la gente se dedica a gritar y uno no tiene ganas de meterse en una jaula de grillos.
Tiene razón, Diego. Hay muchos motivos para el silencio, pero una cosa es cierta: se aprende más escuchando que hablando.
EliminarPues yo digo que si todo el mundo callara por inteligente,¿cómo podríamos aprender de ellos? Evidentemente soy del grupo charlatán,y piebso que la conversación enriquece a los que la mantienen,el silencio aburre a las ovejas. En mi modesta y cotorra opinión,claro. Jijiji
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