Aunque el hombre se halla por encima del resto de animales, los sentimientos y anhelos que nos definen como humanos no son sino sublimaciones de los instintos primarios, que por lo tanto dejan de ser instintos para volverse otra cosa más grande e inexplicable. A esas sublimaciones Filosón las llama abstracciones:
El hombre se considera
un animal muy distinto
porque en su alma se opera
una abstracción del instinto.
El hambre se abstrae en anhelo
de un sueldo siempre mayor,
la muerte se abstrae en cielo,
y el sexo lo hace en amor.