Alacrante expone en el presente aguijón la imprecación que deberían formular todos los golosos ante la tentación del azúcar, el chocolate y el hojaldre:
El pastelero traidor
que expone en gran anaquel
suculencia al por mayor,
arderá por tentador
en los dientes de Luzbel.
Y pensar que yo nunca he sido goloso y ahora no puede faltar en mi dieta una onzas de chocolate después de comer.....¿qué tendrán esas benditas onzas....?
ResponderEliminarYo también tomaba un par de onzas hasta que mi sobrepeso —¡maldita palabra!— me privó de ellas, ¡ay de mí!
EliminarDaniel:
ResponderEliminarSi en vez de pastelero escribiesemos heladero
en l casa de Luzbel
tendríamos mucho exito
Y si alguien le ordenase que cerrase la puerta: tambien.
ResponderEliminar(Por el calor)
Puse lo de los pasteles porque ayer y anteayer (¡ay de mí, pecador!) me deleité con sendas cañas de cacao, amén de los incontables helados que me han refrescado y siguen refrescándome el gaznate. Ya haremos penitencia otoñal, Avispo.
ResponderEliminarAy!!! Si no fuese por esos pequeños y dulces placeres.
ResponderEliminarEn casa somos muy golosos, sobre todo los adultos(papi y mami) los niños cómo están acostumbrados a tener al alcance tanto dulce no lo son,mira tú la paradoja.
ResponderEliminarLo que hubiera dado yo por tener una maquinita de esas de los chicles de bolas que salían con monedas, en casa hay dos y los niños ni las miran.Los chicles se están poniendo rancios.
¡Lo que son las cosas! Para que uno se sienta atraído por algo, se le debe prohibir. Probaré con mis hijos, a ver si prohibiéndoles comer lechuga, coliflores y espinacas, consigo que les gusten.
EliminarPasteles y helados,
ResponderEliminaresas dulces tentaciones
en las que todos pecamos
¡Olé las soleares dulces!
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