Alacrón, en este jueves luminoso más que el sol, nos brinda una fábula peregrina y sucedánea:
EL MARTÍN PESCADOR
Y EL PESCADOR MARTÍN
«Ayer, cuando fui a almorzar
―me abordó un amigo mío―
descubrí un rostro en el bar
clavadito al tuyo, tío.
Igual como por ensalmo
en el más leve matiz,
te copiaba palmo a palmo
a excepción de la nariz».
Harto de tanto discante,
yo, que fui siempre a esos ruidos
demasiado petulante
para admitir parecidos,
le dije: «A ver si ese clon
que me endilgas por la cara
va a guardar la relación
absurda, irrealista y rara
que un pescador que pescaba
halló en un ave que había».
«¿Qué es eso?». «Un cuento que acaba
y empieza por tu miopía.
Un pescador cuyo nombre
era Martín fue a pescar
el campano y el renombre
que el pez le pudiese dar.
Atento a lograr su hazaña,
eligió el río Nalón
y sacó su larga caña
a la espera de un salmón.
En tanto que el hombre fragua
planes para hacerse rico,
salió un pájaro del agua
con una trucha en el pico.
Era un martín pescador
que, con su pez en el buche,
regresó a su mirador
de estratégico acebuche.
El tipo, sin mucho juicio,
le espetó así: «Te pareces
a mí en el común oficio
de hacer pescados los peces.
Y no somos tan extremos
como todos nos proclaman,
porque los dos respondemos
a Martín cuando nos llaman».
Sacudiéndose la pluma
del húmedo chapuzón,
el ave, con gracia suma,
respondió a la observación:
«No te confundas, ruin,
que no es del mismo color
el ser pescador martín
que ser martín pescador».
Muy simpático. Siempre me han encantado esos pájaros. De pequeño disfrutaba de ellos en los que hoy es la Urbanización de Las Mil Palmeras...antes Río Seco, en el Municipio del Pilar de La Horadada. Saludos
ResponderEliminarY supongo que las delineaciones y las viviendas habrán desterrado a los martines de ese paraje.
EliminarJajaja, no es lo mismo ocho que ochenta.
ResponderEliminarSalu2.
La propiedad conmutativa no se cumple con las palabras.
EliminarYo prefiero al martín pescador. Cuestión de gustos. Jejeje.
ResponderEliminarLo mismo que yo.
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