¡Cuántos novios ateos han transigido por amor a sus novias en casarse ante Dios y en un altar! ¡Cuántos carnívoros se han hecho vegetarianos! ¡Cuántos viciosos de los videojuegos se han vuelto fanáticos de Dostoievski! Lo bueno es que, por encima de la traición a uno mismo, está el amor al otro. Así lo cree la ingenua Candidalgia en este alacrán:
Mira tú si te querré
con tan ciego fanatismo
que he perdido hasta la fe
que tenía en mi ateísmo.
Yo soy todo lo que ves y todo lo contrario. Saludos
ResponderEliminar¡Qué enigmático! Saludos pensativos.
EliminarEl amor nos hace marionetas.
ResponderEliminarManejamos y somos manejados, como maese Pedro.
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