He sorprendido en este alacrán de Chis cierta envidia —sana, eso sí— de un animal con mucha menos chicha como es la ostra, cuyas excrecencias han llenado los joyeros de tantas y tantas mujeres:
Cuando una ostra ve un collar
de perlas, piensa: ―Ni harta
de vino o plancton de mar,
me colgaba yo una sarta
de heces de hombre en mi espaldar.
Los humanos somos muuuuyyyy raritos. Ajajaja
ResponderEliminar¿Y quién sería el primero en atreverse a probar algo así? Un muerto de hambre, seguro.
EliminarY no hablemos del caviar.....puajjjjjj...
ResponderEliminarO de las gambas y su semejanza con las cucarachas.
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