Ayer Ponzoñón estuvo paseando por la bucólica soledad campestre, entre amenos manantiales, umbrías arboledas y gárrulas bandadas de pajarillos. Inspirado por el amor a la naturaleza, escribió esta sentida miniégloga:
Lo mejor que yo le veo
a estas bellas soledades
es que ahora lo tuiteo
a todas las amistades
de mi lista de correo.
No hay nada más bello que la naturaleza....
ResponderEliminar¡Y qué capaces somos de profanarla!
EliminarSi tenías conexión es que no te fuiste lo suficientemente lejos, jajaja.
ResponderEliminarCierto: hoy la cobertura nos alcanza a todos como una inspección fiscal.
EliminarQué manera de intoxicarnos tenemos con las RRSS,soos capaces de profanar momentos cómo el que has descrito,amén de otros momentos familiares o de descanso que con los grupos whatss app se convierten en pesadillas.
ResponderEliminarTriste verdad, Ana. El otro día me contaba un compañero que la última Nochebuena que pasó con su familia, nadie se miraba: todo era escribir al móvil a gente lejana en el espacio y en el corazón. Y los suyos, olvidados frente a él.
Eliminar¡Qué espanto! En lugar de escuchar los trinos de los pájaros escuchas el impertinente silbidito del Twitter. Grrrrrr
ResponderEliminar¡Qué horror! ¡Silbidito infame!
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