Hoy mis alacranes cierran el pico por unos días y me dejan colar un poema ya añejo (veinte años en las bodegas) para celebrar la noche más entrañable del año: la noche en que nació Dios con Nosotros. ¡Feliz Navidad!
A CRISTO EN EL PESEBRE
Te encuentra en pobreza tal
que no sabe mi razón
si hacerte, Dios celestial,
morador de ese portal
o rey de mi corazón.
Glosa
Mi alma creyó que en la vida
el patrón era su gusto
e hizo un Dios a su medida,
mas notó, al verse vestida,
que le venías muy justo.
Soñando gloria inmortal,
a la sombra del portal
llegó con su humilde grey,
y esperando verte rey,
te encuentra en pobreza tal.
¿Quién no ve con desconcierto
que el Señor haya querido
nacer casi a cielo abierto
en un pueblucho perdido
en la mitad del desierto?
Mas si no hay explicación
para tantas decisiones
de tu excelso corazón,
será que sabes razones
que no sabe mi razón.
Viéndose mi pecho vano
levantado por tu mano,
neciamente se juzgó
superior por ser humano
y más aún por ser yo;
y hoy hallo tu ser inmenso
tan sujeto al ser mortal,
que no sé, cuando lo pienso,
si hacerte niño indefenso,
si hacerte Dios celestial.
Pero tu bondad notoria
se despojó de su rango
no a buscar entre la escoria
fango con humos de gloria,
sino gloria bajo el fango;
y llamaste al criminal
y a ladrones y a rameras,
que, al verte en su lodazal,
dieron gracias por que fueras
morador de ese portal.
Señor, mis ojos no ven,
desátame Tú esta venda
para que siga también
a los que van por la senda
de la estrella de Belén.
Hazme flor de tu pasión,
incinera mi desvío
en brasas de adoración
y no te quejes del frío,
¡oh rey de mi corazón!