El siguiente poema pertenece a un reciente poemario La voz del otro yo, de Calixto Torres. Es un libro hondo, de gran calado metafísico, que nos invita a una melancólica reflexión sobre el amor, la literatura, el recuerdo y el paso del tiempo. La poesía que recojo aquí refleja una atinada visión sobre la labor de la literatura. Hay dos tipos de escritores: los que escriben para el público y los que escriben para sí mismos. En el fondo, ambos tipos de escritor se entrecruzan, pues no hay poeta que, hablando al lector, ponga mucho de sí mismo ni quien, escribiendo para sí, aspire a comunicar con otro corazón. He aquí el retrato de uno de esos versos marginados, condenados al olvido:
HAY VERSOS QUE NO ESPERAN DECIR NADA
que no sueñan con metas ni podio
viven indiferentes a los exquisitos propósitos
sensibilizados con la actitud decretada
solo pretenden ser uno más
solo uno
quizá ni eso
no comprometen
ni se sienten con el deber de
transmitir sensaciones
estremecimientos engarzados con lo ungido
hay versos que
se agotan
cuando se leen
tras la siguiente página
intentan pretenden
ansían pasar desapercibidos
tal vez
soy uno de ellos
La mayoría de los mortales somos como ese verso. Saludos
ResponderEliminarCierto. El tiempo pasa página sobre nosotros y quedamos relegados al olvido.
EliminarPreciosos versos y ojalá nunca se marginen.
ResponderEliminarHoy en día pocos versos nacen sin vocación de olvido.
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