Y para empezar la semana con mal pie, una fábula de Alacrón:
Disputaron verbalmente
por el cetro del empíreo
un murciélago y un águila
más un cóndor y un cernícalo.
El cernícalo arguyó
su cerniente inmovilismo,
el cóndor su envergadura,
y el águila su magnífico
talento de cazador.
El murciélago les dijo:
«¿Por qué esgrimís atributos
fundados sólo en el físico?
Si me ganáis por la fuerza,
yo os supero en el espíritu.
Mi nombre insigne es el único
que contiene en sí las cinco
vocales». Este argumento
dejó mudo a todo el trío,
porque la pluma sí vence
con su cañón a los filos
de la espada. Ahí tenéis
la victoria del mamífero.
Esta fábula deja muy buena moraleja.
ResponderEliminarMoraleja lingüística.
EliminarLos murciélagos me resultan simpáticos.
ResponderEliminarY a mí. Es uno de los animales más originales.
EliminarA mí me caen regular y, encima, ese de la fábula es un poco creído. Pero desde que leí un poema de Jiménez lozano donde lamente de qué modo horrible mataban algunos niños a los murciélagos les tengo mucha compasión, porque no tienen la culpa de ser tan feos.
ResponderEliminarFeos, voladores y con pelo... Se comprende el repelús, pero no el ensañamiento.
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