Alacrón perpetra en este aguijón un ataque frontal contra la aritmética:
Se jactaba de sus ruedas
un petulante triciclo
ante una gran bicicleta
que, ayunando al fin caminos,
descansaba atado a un poste.
«¡Qué tan lejos de mi ritmo
―dijo el triciclo insolente―
pedaleas tú cohibido
con tu exiguo par de ruedas
frente a las tres que yo exhibo».
«Sólo que yo, con mis ruedas
―le replicó el velocípedo―,
soy instrumento de adultos
y tú un juguete de niños».
No por tener más de dos
se es más hombre, fuerte o listo,
que ni el ser grande o menguado
se averigua con guarismos.
Las apariencias engañan. Saludos.
ResponderEliminarTambién es verdad: lo mismo te hace un triciclo el tour de Francia.
Eliminar¿Y en qué lugar quedan los monociclos?.
ResponderEliminarDonde los tuertos, los mancos y los ciclanes.
Eliminar¡Cómo me gustaría saber montar en uno de esos chismes que tienen una rueda sola!
ResponderEliminarYo, como no tengan cuatro, no me siento seguro.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPor lo general los que más alardean de algo son los que más deberían callar
ResponderEliminarDime de lo que presumes y te diré de lo que careces.
Eliminar