Muchos achacan a los piropos ciertas dosis de exageración que los hacen incurrir a veces en notorias falsedades. En el siguiente alacrán (que no lo es tanto), Chis sugiere a los enamorados requebrar a sus ninfas con este piropo certísimo y al que no podrá imputarse dosis alguna de hipérbole o impostura:
Fíjate tú si me empeño
en quererte sin sonrojo
que no puedo pegar ojo
a no ser que me entre sueño.
No hay mejor profesional del piropo que el albañil de una obra. Ese es doctor en piropos.
ResponderEliminarA ese hay que hablarle de usted.
EliminarEl amor entra por los ojos...
ResponderEliminarY por el oído, que don Quijote se enamoró de oídas, según confiesa a Sancho.
Eliminar