Antaño se decía del agua de los ríos: agua corriente, mierda no consiente. Hoy, recelosos de los bucólicos arroyos, nos fiamos más del agua tratada y depurada de los grifos (grifo quería decir antes «monstruo»), como observa Ponzoñón:
Tan sucia y puerca pasea
ese río su agua angosta
que, cuando llega a la costa,
no desemboca, se mea.
Ni los ríos son ya como antaño.
ResponderEliminarUna pena, penita, pena.
Luego ahora es falso eso de que al cabo de años mil vuelve las aguas por donde solían ir.
EliminarNo tenemos conciencia ecológica. Yo no se lo que le vamos a dejar a nuestros hijos.
ResponderEliminarMenos de lo que nos dejaron nuestros padres, sin duda.
Eliminar¡Qué pena! y ¡qué ascazo,hijo!
ResponderEliminar¡Anda que bañarse dentro!
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