Me gustan mucho los rejiñoles, en juguete y en palabra. Por eso, Chis ha escrito esta fabulilla, salga bien o mal:
Oyó el son extraordinario
de un rejiñol un rapaz
de Madrid. «¿Será capaz
de imitarlo mi canario?»,
rabinó. Vertió el acuario
por el pico al de verdad
e, hinchándolo sin maldad,
lo agarró y le sopló a ver…
¡Qué barbarie! ¡Lo que es ser
un paleto de ciudad!
jajaja...que macabro.
ResponderEliminarCampoamor dijo algo parecido, pero respecto a lo dispares que son los dos sexos:
EliminarAl regresar del otero
lleno de gozo y cariño
les dio a una niña y a un niño
dos pájaros un cabrero
dándole un beso primero
la niña al suyo soltó
pero al pájaro que quedó
no se le pudo soltar
porque el niño por jugar
el cuello le retorció.
Eso es más macabro todavía...jajajaja (podemos decir eso de...es cosa de niños).
EliminarAsí queda disculpado todo.
Eliminar¿El artefacto supera al natural? Lo que es seguro es que da menos trabajo
ResponderEliminarNo pedirá alpiste, por lo pronto.
EliminarMe compré uno... y ahí lo tengo muerto de risa porque no sé cómo se utiliza, jajaja.
ResponderEliminarHay que llenarlos de agua. Si no, no suenan. La cantidad de agua hay que calibrarla conforme se va soplando hasta obtener un trino óptimo.
EliminarAhhhhhh. Lo probaré
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