sábado, 19 de noviembre de 2016

Día festivo: Réquiem por un hombre, de Carlos Murciano

Cada hombre está conectado a los demás a través de sus raíces como especie. Esta conexión pasa a llamarse hermandad cuando las raíces no se ven en la tierra, sino en el cielo. Por eso nos duele la muerte de cada hombre, aunque sea la del vendedor de la tienda donde solo hemos comprado un par de veces. Así lo expresa cabalmente Carlos Murciano en este soneto humanísimo:

Réquiem por un hombre

Hoy se ha acabado Andrés. Vivía, era
un hombre más. Señor, ¿le conocías?
te lo presentaré: carne de días
encerrada en un alma verdadera.

O al revés. Ya no importa. Lo que fuera.
Un hombre, un nombre: Andrés. Señor, ¿decías?
No dices nada. En fin: sus alegrías
estrenan hoy un traje de madera.

¿Sus alegrías? Bueno, si las tuvo. 
Tristeza, más. Me consta y lo comprendo.
Menos o más cerraron una historia.

Porque alguien está ya donde él estuvo,
Carlos, un hombre más, te está pidiendo
que no se borre Andrés de tu memoria.


3 comentarios:

  1. Andrés, Pepe, Juan, todos somos el mismo repetido. Personas que buscamos la singularidad, y siempre acabamos perdiéndonos, primero entre la multitud, y luego en la nada. Saludos.

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    1. Terrible ese pensamiento: ir perdidos primero en la multitud y después en la nada.

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  2. Todos nos sentimos apenados con la pérdida de cualquier persona con la que tuvimos un mínimo roce. Es como un sentimiento impuesto del que no te puedes escapar.

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