De este poema de Luis Alberto de Cuenca me admira la capacidad de sugerir en nueve endecasílabos toda una historia negra, cinematográfica:
BRILLANTE
Me dejó brocha, crema y una máquina
de afeitar en los bordes del lavabo.
Hice correr el agua fría, y dije:
«Anoche estuve a punto de violarla».
«¿De verdad pensó en mí?», respondió ella.
No contesté. Seguí frente al espejo,
viviendo mi afeitado. Eran las once.
Podía verla al fondo de la alcoba,
resplandeciendo al sol de la mañana.
(La caja de plata, Renacimiento, 1985)
Preciosa imagen esa que describe al fondo de la habitación. Un saludo.
ResponderEliminarEse último verso salva la sordidez del poema.
EliminarEsto me hará ver mi afeitado de una forma distinta.
ResponderEliminarHermosa manera de practicar poesía.
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