Nuestro alacrán más tierno, Candidalgia, y nuestro alacrán más prolijo, Alacrón, se han coaligado para escribir esta fábula de los dos ladrillos:
LOS DOS LADRILLOS
Dos ladrillos bien cocidos
vivían en sendos palés
esperando ser usados
en una obra. Al nacer
de un claro día, un peón
los transportó hasta un retén
de albañiles que esperaban
para hacer una pared.
Hecho el muro, ambos ladrillos
coincidieron justo al pie.
Unidos por el destino
y el cemento, ¡qué placer
recibieron de sentirse
crecidos en su poder!
Al día siguiente, el sabio
capataz mandó romper
la pared y alzarla un metro
más atrás de donde ayer.
Cuando la negra machota
la echó abajo, dejó ver
a los dos hechos cascotes
y escombrados por doquier.
El cemento que les hizo
ser más fuertes fue a su vez
el que los hizo pedazos
al quebrarse también él.
Fuerte es el alma de un hombre,
fuerte la de una mujer,
y las dos se multiplican
si sacian juntas su sed.
Por eso, cuando la muerte
parte en dos su único ser,
lo que deja son añicos
que uno no puede rehacer.
Muy bonita fábula. Muestra la verdadera realidad de la vida. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, José.
EliminarBonita historia.
ResponderEliminarLa de la vida.
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