El más bueno no hace sino ocultar sus malos sentimientos (y refrenarlos, claro). ¿Quién puede pensar tan mal del hombre sino el escéptico de Ponzoñón?
El que abandona algún cargo
desea que el sucesor
no lo haga mal; sin embargo,
que no lo haga mejor.
Ese es el verdadero pensamiento. Así somos la especie humana.
ResponderEliminarTú lo has dicho.
EliminarOtros vendrán que buenos nos harán...
ResponderEliminar¡Qué gran verdad!
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