Hoy traigo un sentimiento que, después de cuatro siglos, sigue latiendo en los versos de este soneto debido a un grandioso poeta del siglo XVII que, por estar a la sombra de gigantes como Lope, Góngora y Quevedo, es considerado injustamente como autor de segunda fila. El conde de Villamediana:
Esta flecha de amor con que atraviesa
de parte a parte el corazón rendido,
de tan gloriosa causa ha procedido,
que me siento morir, y no me pesa.
Ya el alma en su tormento no confiesa
sino su cautiverio apetecido,
pues con aprobación de mi sentido
funda su libertad en estar presa.
Ver, adorar, morir fue todo junto,
dando, con sólo veros, mi tormento
forzosa causa a su mortal estado.
Porque a tan gran peligro basta un punto,
y a la luz de sus ojos un momento,
para dejar sin vida a un desdichado.
Pues es extraordinario.
ResponderEliminarEn verdad lo es.
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