viernes, 3 de marzo de 2017

VALE frente a OK

Talibán de la palabra. Así me motejó un amigo carioñosamente. Yo, en vez de recibirlo como ultraje, lo hice bordar en mis escudos y gallardetes. Soy un talibán, sí. A mí, me tocan algunas cosas de España y me puedo indignar más o menos; pero es tocarme el idioma y brotarme el guerrillero, el cruzado que llevo dentro. Hoy llevo en el alma la herida del OK, esa infame abreviatura anglosajona que trata de cercar la ilustre raigambre, la vetusta latinidad de nuestro VALE, la palabra que remata la obra más grandiosa de nuestra literatura. Si el hidalgo manchego alzara la cabeza, dejaría a los molinos en paz y arremetería contra las hordas de barbarismos que invaden el solar ibero. El OK no solo intenta desplazar al VALE, sino a otras hermosas expresiones como «dar el visto bueno» o «dar el beneplácito», cuya sonora afectividad está siendo infestada por un frígido y nefasto «dar el OK». ¿Cuándo resucitarás, Alonso Quijano? Mis alacranes te reclaman, y expresan su deseo en el siguiente aguijón:  

Vamos a ver cuándo sale
por fin la dichosa ley
que proteja a nuestro Vale
y prohíba ya el Okey.


6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Yo también me uno a tan difícil cruzada en defensa de nuestro vale y en rechazo al ok.

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    1. En cuestión de palabras, los argumentos deben ser verbales, supongo.

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  3. ¡Vale! Me sumo a tu campaña. Un saludo.

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    1. Seremos guerrilleros del lenguaje. Un apretón de manos.

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