Escorporal expone aquí su anticanon de belleza femenina, extraído de la novela Videojugarse la vida:
La que por parecer mona
y pasar por monosabio,
se rellena cada labio
con savia de silicona,
y sus labios de papiona
no le caben ya en la jeta,
no me peta.
Mas la que busca al doctor
para que le deje el rostro
más chupado que calostro,
más tirante que tambor,
¡vótox a Dios que su amor,
por muy bien que lo reimprima,
me da grima!
La que ante el espejo torna
su cara, a puro graffiti,
de momia de Nefertiti
en payasa untada en sorna,
y más que hurí que se adorna,
es Velázquez con paleta,
no me peta.
Pero la joven que horada
con aros no ya su oreja,
sino nariz, lengua y ceja,
tiene un aire de enganchada
que no sólo no me agrada,
¡santo Dios!, sino que encima
me da grima.
La que lleva el pantalón
por bajo la rabadilla
y, usándolo de mirilla
para su ojito peón,
no nos cobra comisión
por meterle la tarjeta,
no me peta.
Pero la que es tan salvaje
que asa a usanza de Samoa
su piel a la barbacoa
con diez metros de tatuaje,
perdóneme que me raje
si, al quererse hacer mi prima,
me da grima.
Que bueno. Hacía tiempo que lo leí.Es bueno recordar momentos.
ResponderEliminarComo que fuiste uno de los primerísimos en leerlo. ¡Muchas gracias!
EliminarA ver si se pone de moda la naturalidad desartificiada.
ResponderEliminarEso pasó, y pasó.
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