El turno de Samaniego:
El guepardo voluble
Salió una roja mañana
un guepardo en carestía
a cazar en la sabana
su carne de cada día.
Alebrándose en la granza,
se acercó con mil cautelas
a la huidiza esperanza
de una tropa de gacelas,
y saltó detrás de una
más enclenque que una potra.
Pero la mala fortuna
le hizo cruzarse con otra
más rechoncha. Dando un tumbo,
se olvidó de la primera
y cambió inconsciente el rumbo
en mitad de su carrera.
Casi a punto de poner
las zarpas sobre la presa,
la dejó y se echó a correr
tras otra mucho más gruesa.
Cuando la iba a alcanzar,
pasó otra gacela al lado
que le hizo modificar
el ritmo ya trastornado.
Aún le produjo la euforia
otros arrepentimientos
de ejemplar y trayectoria,
hasta que al fin sus alientos
se le cerraron en banda
y, al tirarle de la brida,
con los bofes por bufanda,
dio la presa por perdida.
Un guepardo astuto y viejo,
viendo que el joven ya ceja,
en vez de darle un consejo,
le espetó esta moraleja:
Elige un solo objetivo
si no quieres que tu reto
acabe siendo un nocivo
objetivo sin objeto.
Después de oír esta fábula,
Iriarte hizo una mueca
de desprecio a su rival
y le arrojó esta respuesta:
El halcón y los patos
Un halcón peregrino
que hacía su camino
Una moraleja muy constructiva.
ResponderEliminar¡Por fin me ha salido una!
Eliminar