Cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas, dice el refrán. Los alacranes, cuando no tienen nada que hacer, versifican sin ton ni son, como en este aguijón de Chis, el locuaz:
Rémora torpe de cargado barro
que roes mi musa con tu cruel modorra
como una rata o redomada zorra
que roba las ideas de mi tarro.
¡Ay! Cuídate de mí, que si te agarro,
no habrá pereza ruin que te socorra
ni evite que te manden a la porra
las fuerzas de este verso tan bizarro.
Y de esta forma arreglaré mi yerro:
dejando de portarme como un burro
para ser de mi Euterpe el más fiel perro.
A ella he escrito –y también porque me aburro–
este soneto en que mi intento encierro,
aunque realmente me ha salido un churro.
¿Y quién dice que los churros no están buenos?.
ResponderEliminarEso mismo pienso yo.
EliminarNo lo veo yo un churro, don Daniel.
ResponderEliminarHombre, según se mire: a mí los churros me encantan.
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