jueves, 12 de octubre de 2017

Fabulazo (FIN)

He aquí la conclusión del Fabulazo, con dos curiosos protagonistas:

         La fábula y tú

Érase una vez tú mismo
que me leías temblando.
Y cuando digo tú mismo,
digo tú, cara de pánfilo,
no el lector neozelandés
que me leía asombrado
en la puerta de su vieja
librería de anticuario,
sino tú, el lector que acaba
de leer quizás con pasmo
que un lector neozelandés
me leía a mí asombrado
tras la puerta de su vieja
librería de anticuario.
Soy este libro, esta fábula
que da fin al fabulario,
y tú no eres la persona
que malgasta en mí sus ratos;
eres otro personaje
hecho ad hoc para el relato,
tan ficticio como Hamlet,
Don Juan, Don Quijote o Fausto;
tan irreal como el olmo,
el suicida y el guepardo
con que empezaste el poema
considerándote a salvo.
Tú y yo somos más que amigos,
más que esposos, más que hermanos,
y aun así no somos más
que un papel hecho pedazos. 
No te engañes: no me lees,
eres leído, y lo malo
es que eres tú quien se lee
ignorante de ser falso.
Desde que nos conocimos,
decidimos suicidarnos,
y mientras corres de un verso
a otro verso desbocado,
estás leyendo las líneas
firmadas de tu desahucio:
a cada verso que acabas,
cavas tu tumba a mi lado.
Un día me conociste
y entablamos un diálogo:
yo hablaba y tú me explicabas,
aunque hablaba de ti, claro.
Fui contigo a todas partes
ya en tu mente, ya en tu mano.
Te acompañé en las comidas,
en el altar de tu cuarto,
en el trabajo, en la calle,
hasta en el cuarto de baño.
No hay comunión más perfecta
que la que tú y yo formamos,
pues sólo existo si tú
me pronuncias con tus labios,
y sólo existes si yo
soy tu espejo y te retrato.
Sé consciente desde ahora
de que somos, al amarnos,
tú una ficción, yo una fábula,
y los dos confabulamos
vanamente contra el tiempo
que los versos nos han dado.
Te consideras seguro
porque crees que yo me acabo,
e ignoras que estás muriendo
¡adiós! por adelantado―
en brazos de las palabras
con que te estoy sentenciando.
¿Acaso crees que respiras
oxígeno cuando hablamos?
Respiras los octosílabos
inspirados y expirados
que agonizan en tus ojos
mientras lees este epitafio.
Cuando acabes los diez versos
sepultados aquí abajo
y descanses de sus ripios
bajo un rip y un par de palos,
tú, aunque aún no te lo creas,
lector querido y creado
que sólo existes por dentro
de este sueño literario,
apenas cierres el libro,
también te habrás acabado.

FIN DEL FABULAZO



2 comentarios:

  1. Quiero que no se acabe.
    ¡¡¡ Feliz día de la hispanidad !!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, José. Feliz día de España, la Hisoanidad y la Virgen del Pilar.

      Eliminar