Ponzoñón tiene mojado el aguijón en tinta mordaz y escéptica y vuelve a notarse:
El día en que un telediario
encabece sus reportes,
en vez de con los deportes,
con el hito literario
de que un vate extraordinario
ha salido del aprieto
rematando un buen soneto
con que logra darse pisto,
es que llega el Anticristo.
El día en que un pollo al horno
no sude hormonas traidoras
y en que cuatro profesoras
ganen más que una actriz porno,
y que haya más gente en torno
de un sabio que de un balón,
y en que el más bobalicón
nunca se pase de listo,
es que llega el Anticristo.
El día en que sea neutral
un periódico o revista
donde un solo periodista
sepa más que el pan sin sal,
y en que el código penal
condene a un año y un día
cada error de ortografía
que cometió sin ser visto,
es que llega el Anticristo.
El día en que todos juntos
decidamos sin rodeos
no mandarnos más correos
con archivitos adjuntos
que pidan, entre otros puntos,
que cien veces se reenvíen,
y en que en vez del carpe diem
triunfe el pienso, luego existo,
es que llega el Anticristo.
El día en excelso en que vaya
una mujer a la tienda
y se pruebe alguna prenda
que sí sea de su talla,
y que si gorda se halla,
Dios le conceda que existan
vendedores que no insistan
y empareden al modisto,
es que llega el Anticristo.
Pues visto así no me va a parecer tan mal que llegue el Anticristo, con el miedo que siempre me ha dado a que eso sucediera.
ResponderEliminarVa a poner orden, como en una leonera.
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