Historia que podría ser verídica, según Alacrón:
En la clase hay un alumno
que Crispinito se llama.
Nunca aprobó una materia
desde que estaba en Primaria:
ni Inglés, Lengua, Naturales,
Sociales o Matemáticas.
Por no aprobar, Crispinito
ni las marías se saca.
Le hicieron adaptaciones
curriculares, programas
de seguimiento específico,
tutorías a mansalva,
pero ¿a ti te aprovecharon?
Pues a él menos que nada.
Entre suspenso y suspenso,
también llaman a su casa,
a su casa van y van
y en su casa no hacen nada.
―¡Si no podemos con él!
¡Si hace lo que le entra en gana!
Le pongo el libro delante,
pero no le aprovechaba.
Nos sentamos a comer
y nos quita la tajada.
Me echo un rato en el sofá
y hasta echarme no paraba.
Con que no moleste en clase
y pase de curso, basta.
Y no molestaba en clase
y de curso siempre pasa.
¿Que repetía algún año?
Pues al segundo pasaba,
que las leyes estatales
su empujoncito le daban.
Y fue así como llegó
a Cuarto de Secundaria
sin saber hacer la o
por más que se la adaptaran.
Pero en premio a su tesón
por seguir entrando al aula,
le entregan su titulito
firmado del Rey de España.
Y cuando lo vio, Crispín
les dijera estas palabras:
―¡Guau, guau, guau, guau, guau, guau, guau!
―Pero es que ese niño ladra?
Es que Crispín no era un niño.
Crispín es un perro dálmata.
Pero hacía lo mismito
que un niño de Secundaria.
Jajajajaja buenísimo. La pura realidad muy bien narrada o ladrada.
ResponderEliminarLadrada y gañida.
EliminarYo era como ese o peor...Saludos.
ResponderEliminarTodos tenemos un pasado.
EliminarJajajaja.
ResponderEliminar¡Lo felices que serían más de uno si pudiesen ocuparse en algo manual! Estoy seguro.
¡Qué de problemas se arreglarían entonces en la educación!
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