Este alacrán no sé si es de Candidalgia o de Filosón. Uno y otro son alacranes bien dispares, pero los versos son tan inclasificables que no sé:
Sobre el murmullo del arroyo frío,
ruiseñores cantar, volar jilgueros
vi blandos himnos dedicando a Eros
en la enramada del boscaje umbrío.
Dentro del agua, como juega un crío
cuando su madre lo ha metido en cueros
en la bañera, comencé a romperos,
tenues imágenes del rostro mío.
Y fui feliz con ese chapoteo,
ese reír con material de llanto,
y aunque extrañara o pareciese feo,
seguí, seguí tejiendo el mismo canto
e hice caso siempre a mi deseo:
¡era tan grato suicidarse tanto!
Que bonitos son los arroyos cuando llevan agua y la vegetación y la fauna hacen su aparición. Espero que podamos volver a verlo muy pronto.
ResponderEliminarUnas cuantas semanitas de lluvia hacían falta.
EliminarLos que matan a su mujer y luego se suicidan, deberían cambiar el orden.
ResponderEliminarPor desgracia, la propiedad conmutativa no se cumple en la vida real.
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