Ponzoñón, el escéptico, habla sobre cómo le gusta a la especie humana criticar al prójimo, tanto que crea lazos indelebles entre los despellejadores:
¡Qué de amistades nacen al abrigo
de algún diálogo cordial, sincero
en el que se critica a un compañero
que tienen otros dos por enemigo!
¡Qué pocos ditirambos trae consigo
el hombre honrado, el corazón señero!
¡Qué raro es encontrar al pregonero
de las virtudes del mejor amigo!
¿Tan pobre es nuestro ser y tan estrecho
que, si amo, he de entonar la palinodia
del viejo amor que sobra ya en el pecho?
¿Qué es el hombre: un reflejo o una parodia
de Dios? ¿De qué demonios está hecho
que sólo puede amar si también odia?
Somos muy imperfectos dentro de nuestra perfección.
ResponderEliminarSi no, seríamos dioses.
EliminarLa gente de bien no interesa, no da morbo.
ResponderEliminarNi se novelan sus vidas.
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